Sentada, con la mirada perdida, de pronto una pantallita se
encendió. Era mi mejor amiga hablándome y preguntándome que como estaba, le
dije que bien pero en realidad no era así... No tenía ganas de nada y mucho
menos de estar acompañada. Me preguntó si podía salir y me inventé una excusa
para no ir seguidamente me despedí de ella y de otro chico más. Me vestí lo más
rápido que pude, no quería estar ahí… rodeada de mi familia, quería salir… pero
sola, no quería que nadie supiese que no estaba bien.
Cabizbaja, tapándome la mirada con el pelo, andando despacio
y con la única compañía de la música, admirando a cada persona que veía feliz y
riéndose. De pronto, no sé porqué una pequeña sonrisa se dibujó en mi cara ¿por
qué sucedió? ¿Por ver a personas felices? Sí, eso pensé.
No sabía hacia dónde ir, pero, sentí el impulso de ir hacia
allí. Sentí ese impulso de que algo me decía que debía estar allí, que allí me
sentiría bien. No lo pensé dos veces me subí rápidamente en cuanto abrió la
puerta, me senté en la última fila como de costumbre en el lado del cristal,
apoyando mi cabeza en él y empezaron a sonar las canciones más tristes que
tenía. Se puso en marcha, me sentía bien ya que sabía que pronto estaría allí.
Poco a poco me acercaba a mi destino, me sentía feliz a la
vez que me entró una repentina nostalgia llena de recuerdos de un maravilloso
verano, recuerdos que me gustaría repetir.
Me bajé y comencé a caminar, no sabía hacia dónde ir así que mis pies lo
decidieron por mí. El primer destino fue el lugar donde fui hace unos meses
atrás, donde di una inesperada sorpresa a mis amigos, el segundo fue un largo
paseo por la playa. De mientras caminaba por allí, empezó a sonar una canción
que me describía, una canción cantada por mi diosa.
Luego, seguí otra vez a mis impulsos y me fui de la playa
para ir a ver a una persona que hacía mucho que no nos veíamos. Casi al llegar,
a lo lejos, pude ver una pareja que me resultaba familiar, poco a poco me di
cuenta que eran dos amigos míos, hablé un poco con ellos y me fui a verla. No
estaba… así que decidí irme ya a casa. En la parada volví a encontrármelos, al
ir hacia donde ellos estaban la chica me dijo “Vente a casa de él conmigo, nos
necesita”. Al escuchar sus palabras decidí que debía cambiar la cara, de que
debía mostrarle tanto a la pareja como a él que estaba bien. Ya, en su casa, intentamos
que se pusiera bien y cada vez que nos quedábamos solas le susurraba que
debíamos hacer algo para animarlo…
Vuelta a casa, me sentía de lo mejor por el hecho de haberle
hecho de reír y que se lo hubiese pasado bien. Pero… ahora volví a recaer con
el mismo sentimiento que de hace tan solo unas horas…Con la compañía de una
canción que había estado resonando en mi cabeza todo el día…
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