sábado, 9 de marzo de 2013

Morir entre notas musicales...


El sabor dulce de sus labios hacía relamerse los labios una y otra vez. Su pequeña manita sonrosada agarraba, fuertemente, a su gran oso de peluche. Su vestidito verde daba color a aquél sitio tan siniestro. Sus pies, metidos en zapatitos marrones, daban saltitos por el lugar. Su largo pelo castaño con toques dorados se movía al compás del movimiento de su cuerpo al saltar. Tarareaba una cancioncilla que se acababa de inventar. Cerraba los ojos imaginándose con una flauta entre las manos haciéndola sonar. Imaginaba que cada nota, adornada con un bigotito muy poblado o con un vestidito de señora aristócrata, salía de su cabeza y las recogía, una a una, adornando el sitio. Pasó por varios pasillos de aquella lúgubre casa. Ninguna habitación le llamaba la atención pero, al llegar al tercer piso, visualizó una puerta plateada. Se paró en frente de ella. La miró asustada. Abrazaba aún más fuerte a su osito. De pronto, una música vino hacia su mente, acompañadas de palabras que, a sus oídos, eran música celestial para ella. “Hazte una conmigo”, le repetía, una y otra vez, la música. Entonces, la pequeña se armó de valor y abrió la puerta. Un grito. Otro. Y miles de gritos más. Había cientos de esqueletos pegados a cientos de instrumentos. Sintió una fascinación enorme de contemplar aquella escena. Entró sin miedo. Los esqueletos empezaron a moverse. Uno con el esqueleto muy ancho se acercó a la niña, le besó la mano y la llevó por aquella sala. La pequeña disfrutaba al coger cada instrumento que el señor le ponía sobre sus pequeñas manos. Y, por fin, el momento que estaba esperando: su amada flauta… Posó sus delicadas manos sobre la plateada figura mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas. Entonces, sopló un poco mientras que movía sus pequeños dedos haciendo sonar al instrumento. Jamás se había sentido tan feliz. Cada nota era un sentimiento nuevo pero que siempre conducía al mismo sentimiento: la felicidad. La sala se llenó de violonchelos, violines, pianos y demás instrumentos, que tocaban la misma melodía que la pequeña. Terminó con un “Do” y con la flauta y el rostro lleno de lágrimas. El esqueleto que le había enseñado toda la sala, la llevó hacia un gran piano que habitaba en el centro. La pequeña miró fascinada el piano y a su músico, el cual era el único que no se había levantado desde hacía muchos años. La niña cogió las partituras, que estaban repartidas por el suelo, y, al observar el nombre del autor, chilló. Zarandeó, una y otra vez, al esqueleto que dormitaba encima del piano. Se echó a llorar. Todo dejó de moverse. Los esqueletos cayeron al suelo. La música había terminado. La niña, sin poder aguantar más la angustia que la hacía chillar, salió corriendo de la habitación. Bajó las escaleras. Y, corriendo, llegó a la cocina donde, rápidamente, abrió un cajón. Sacó de él un cuchillo y, como si estuviera poseída, empezó a rajarse la piel. Un corte profundo hizo brotar una gran cantidad de sangre de su muñeca izquierda. En los últimos momentos de su corta vida sólo podía escuchar el Réquiem que tanto le gustaba. Al final, la pequeña murió abrazando a su peluche, a la flauta y a la partitura de Réquiem que él había escrito. Morir… Entre notas musicales… Suena bien, ¿no?

lunes, 4 de febrero de 2013





Si no amas algo, no lo hagas.
Si te gusta algo, no lo hagas.
Haz algo cuando realmente ames hacerlo...

sábado, 13 de octubre de 2012

Rolling Girl

 La solitaria chica, solo sueña con lo imposible
Existen demasiadas cosas dentro de su ruidosa cabeza
Lo cual la perturba, lo cual la perturba

Ella decía “No hay problema”, pero,
¿A dónde la llevaron esas palabras?

Otro error más, otro error más.
Tras buscar su error, gira una vez más.

“Una vez más, una vez más”
“Hoy lo intentare una vez más”
La joven dice, la joven dice
Jugando con el significado de esas palabras

[¿Te sientes mejor?]
“Todavía no”
“sigo sin encontrarle sentido a esto”
“Así que dejare de respirar”

La solitaria chica esta en su limite,
Pero sigue sin ver el ultimo color.
Una y otra vez dentro de ella
Hablando todas a la vez, todas a la vez

Ella decía “No hay problema”, pero,
¿A dónde están esas palabras ahora?
Ya no importa lo que pase
Incluso al subir la colina,
Cometeré error tras error.

“Una vez más, una vez más”
“De algún modo estoy girando”
Eso decía, eso decía
Juntando el sentido,
Mientras se esconde en su cascarón.



[¿Te sientes mejor?]
“Solo un poco”
“Pronto te mostrare algo”
“Dejare de respirar, por ahora”

“Una vez más, una vez más”
“Hoy también lo intentare”
La joven dice, la joven dice
Mientras que en su cara hay una sonrisa

[¿Te sientes mejor?]
“Solo un poco”
 [Debes de estar cansada ¿No es verdad?]
  “Dejare de respirar... por ahora”



miércoles, 10 de octubre de 2012

Take Me To Neverland

Y entonces me quedé dormida de tanto mirar por la ventana. Mi mente reproducía en sueños canciones que, para mí, significaban más que a cualquier otra persona. Te esperé todas las noches de mi vida. Te lloré incluso. Pero no venías, te quedaste allí y no te acordaste de esa vez que entraste por mi ventana y me llevaste al lugar donde, de día se soñaba y de noche se jugaba. Y te dejaba la ventana abierta, aunque no vinieras, aunque me quedara dormida entre lágrimas.

Entonces, un día, escuché el sonido de mi ventana abrirse. Se abría poco a poco, me desperté y te vi. Grité tu nombre. Volaste y te golpeaste con el techo del susto. No podías verme; la luz seguía apagada. Y, en un susurro, dijiste mi nombre...

Fue un minuto en el que el silencio, invadió mi habitación. Hiciste el gesto de encender la luz pero, te paré. No quería que vieras que mi cuerpo ya no era el de esa niña de cuatro años que recogiste una noche y te la llevaste a ese lugar. Pero tu fuerza era superior a la mía y, la luz se hizo. Lloraste. Te derrumbaste como un árbol caído por el viento. Chillaste. Hiciste el intento de huir volando pero, fui más rápida que tu y te abracé. Posé mis labios cerca de tu oreja y en un susurro te dije: "Soy una niña que juega a ser mayor". Lloraste aún más. Paraste de llorar. Me miraste a los ojos y me diste un beso. El último beso, pensé. Y entre suspiros me dijiste: "Ya no puedo llevarte a Nunca Jamás...".



Te fuiste. Cerré la ventana. Chillé, una y otra vez, tu nombre. Lloré en mi cama mientras abrazaba a ese peluche. Volví a gritar tu nombre seguido de un: "Llévame, por favor".

Desperté con el sonido de mis gritos. Y, así fue como desperté de mi pesadilla. Me volví a tumbar, miré la ventana y vi, que estaba completamente abierta. Hice que mis ojos se perdieran en el techo, leyendo el mensaje que me habías escrito. Reí y me volví a dormir...

                                                                "Te llevaré a Nunca Jamás, pronto"

martes, 2 de octubre de 2012

Forever And Always

A ti: "¿Sabes quién soy?"- te dije sonriendo. "¡Claro que sí!"- me respondiste riendo. Y a ti, al que menos  hablaba, te recuerdo vagamente pero hace dos años estábamos los tres allí...
Las primeras sonrisas, las primeras lágrimas, las primeras risas... En un día tan especial como este y como vosotros dos, se recuerdan muchas cosas como esas. Sabéis que cada persona te puede hacer sentir de una manera u otra, ¿no? Pues bien, así es cómo me siento cuando estáis conmigo:
Me hacéis sentir que soy vuestra niña pequeña, que soy la única que os puede amar de la manera más infantil que se haya visto. Hacéis sentir tan bien a vuestra pequeña llorona que, no puede evitar soltar un par de lágrimas al ver las fotos de los tres; agradeciéndoos a ambos de estar conmigo. La pequeña princesa se siente feliz en los brazos de su rey y príncipe. Se siente como si todo lo que le hiciera daño se fuera, como si tuviera que chillar de alegría; como si tuviera la necesidad de ser feliz a vuestro lado...


A ti, mi gordi rey hermoso. Mi niño soñador favorito... Mi amor: sueña, ríe, ama, viaja y vuelve a soñar. Puedes llorar pero que sea en mi hombro, deja que las estrellas salgan de tus ojos y que acaben en mi pecho. Cariño, la vida te hará llorar más de una vez pero sigue siendo el gran soñador que eres. Si te caes, me tiro al suelo para levantarte. Si las estrellas se derraman, no te preocupes, las recogeré.Si te enamoras, déjame ser la primera que te diga que lo intentes una y otra vez si merece la pena. Si te pierdes en las vías, dame la mano que te guío. Sube al tren conmigo, me sentiría muy sola si no estuvieras...


Mi bollito, a ti te digo que: rías, que pruebes el amor, que sigas siendo la gran persona que eres, que brilles. Siempre me dices cuando lloro: "Deja de llorar que eres fuerte, siempre lo has sido". Fui e intento ser fuerte pero si soy así es gracias a vosotros dos. Si tengo coraje, es porque vosotros me habéis enseñado a tenerlo. Cielo, ama a alguien que sepa y se preocupe de hacerte feliz. Y si lloras, déjame secarte las lágrimas. Y si chillas de alegría, tanto él como yo chillaremos aún más fuerte; chillaremos porque nuestra gordilla es feliz...

Y ahora a los dos: podré tener un hermano pero él nunca será los hermanos que sois vosotros para mí. Quiero crecer con vosotros porque si lo hago con vosotros, "crecer" no me dará tanto miedo. Quiero ir a miles de conciertos con vosotros. Quiero reír, quiero llorar; sabiendo que estáis a mi lado. Os quiero en el tren. Os quiero chillar por llegar tarde pero, aún así, el tren siempre estará ahí. Quiero abrazarte y besarte debajo de un paraguas. Quiero comer bollitos de chocolate contigo hasta que no pueda más. Quiero que seáis el rey y el príncipe del cuento de la pequeña princesa que no quería crecer. Os quiero guiar cuando os sintáis perdidos...
                                                             Os quiero para siempre y siempre...

martes, 26 de junio de 2012

Cama de lágrimas

Te recuerdo cada día como si estuvieras aún conmigo, o eso hacía. Te hablo. Me hablas un poco. Te digo que si estás, me dices que sí. Te digo "Hola cielo, un corazón y ¿Cómo estás?". Te llegan mis mensajes, lo sé. Y también sé perfectamente que puedes contestarme pero, aún así, no lo haces. Pasas totalmente de hablarme. ¿Acaso estás enfadada conmigo? No, no lo creo. No he hecho o dicho nada para hacerte enfadar. ¿Estás haciendo algo? No, tampoco pienso eso; me lo habrías dicho. ¿Estás cansada ya de mí o ya no me quieres? Son preguntas que me rondan la cabeza y creo que la respuesta a ambas son "Sí".

Pongo canciones aleatorias en mi móvil y todas me recuerdan a ti. Antes al querer recordar momentos contigo, mi cabeza no me lo permitía: quería recordar pero no podía. Y, ahora que no quiero recordar para no hacerme más daño, aparecen todos y cada uno de nuestros recuerdos. Te recuerdo riendo, pegándome, chillándonos, durmiendo juntas, comiendo juntas, contándonos secretos, nuestras paranoias, todo... Miro tus cartas llorando como una niña pequeña, miro las fotos que nos hacíamos, voy a tu casa y me quedo en la puerta sentada llorando; voy a cada sitio al que hemos ido y, mi mente, me juega malas pasadas e imagina que estamos ahí. Imagino que estás en la puerta de tu casa mirándome y diciéndome que había llegado tarde. Te imagino sentada en mi cama como hacías cuando venías a buscarme para ir al instituto. Imagino algunas de aquellos días en los que me decías que fuéramos al que iba a ser tu instituto nuevo e íbamos a que lo vieras. Pero... ¿por qué ya no eres así conmigo? Antes me hablabas cuando tenías internet de algún lado y me hablabas por el wathsapp; ahora, parece que ya ni existo. Y me duele. Me duele como si me clavaran unas cuchillas invisibles en el pecho. Estoy harta de ser la misma gilipollas que te dice que te ama, que te echa muchísimo de menos, que si te dice que le cuentes cosas, que le mandes fotos de todo aquello, que te pregunte cómo estés... Y que tu pases o me contestes con un simple "Bien" o que demuestres desinterés... ¿Sabes? Gracias por haber querido que durmiera tantas noches contigo. Ahora, solo estamos una cama de recuerdos de lágrimas y yo... Te amo y te amaré aunque demuestres tanta indiferencia...

viernes, 1 de junio de 2012

Demasiado


Demasiadas cosas diría yo que se me cruzan en mi incomprendida mente. Cosas que me ahogan, cosas que me hacen preguntas a las cuales no tengo respuesta, cosas que me rajan por dentro; cosas que, probablemente, no se vayan nunca. Cosas que ya ni siquiera puedo escribirlas si no, más bien, las hablo conmigo misma...

Y esa soy yo, alguien que le gusta caminar sola y sumergirse en sus pensamientos y aislarse del mundo que la rodea. Esa soy yo, una aislada que ya no mira a los semáforos y pasa sin mirar hacia los lados, una loca que no le preocupa si algo se la lleva por delante. Yo, alguien que se reprocha ser la persona que soy. Quise cambiar hace mucho tiempo, pero veo que no sirvió de nada. Soy esa extraña persona que no le teme al amor pero sí a tener pareja. Temo a tener pareja y que me haga sufrir más de lo que ya lo he hecho o miedo a no hacerle ver a esa persona que la quiero, miedo a no saber cómo amar.

 Sentir que ya he fallado mucho a mis amigos e incluso sentir que, me he fallado a mi misma. Es lo peor del mundo tener esos sentimientos que, seguramente, son verdad. Me encantaría despertarme un día y comprobar que les hago feliz, que puedo cumplir sus expectativas, que les he ayudado mucho, que les he secado las lágrimas cuando lloraban, que estuve con las personas que están muy lejos de mí... Realmente sería algo precioso. Me gustaría ser alguien que sienta que las cosas que hace sirven para algo... Me encantaría...

Sinceramente, desde mi perspectiva, no creo que sea "la mejor amiga que se puede tener" o "una buena persona" como algunos me dicen...