Un mes después, en una calle abarrotada de gente.
Álex y Claudia caminaban fuertemente agarrados de la mano.
Habían quedado para ver una película que se llamaba “Mírame a los ojos”. Nada
más llegar a las taquillas tuvieron que esperar media hora de cola, aquella
película se había convertido en una de las más vistas desde que se estrenó. La
historia trataba de un romance entre Geraldine, una joven que pertenecía a la
aristocracia más poderosa de su país, y James, un aristócrata de mucho
prestigio al igual que Geraldine. Pero a pesar de su grandioso amor había
muchos obstáculos para ellos uno de ellos era que el tío de James había tenido
un desliz con la madre de Geraldine y a causa de ello nació ella.
Finalmente, pasó la tan esperada media hora para poder
comprar las entradas. Claudia estaba impaciente por verla ya que se había leído
más de siete veces el libro. Álex por su parte no lo había leído ni sabía muy
bien de que trataba la historia pero por el entusiasmo de su novia debía ser
muy buena.
Cinco y siete minutos, en tan solo tres minutos la película
empezaría. La muchedumbre inundaba aquella espaciosa e iluminada sala, no había
ningún asiento libre y algunos estaban impacientes y otros a pesar de haberla
visto más de dos veces volvían a verla con la misma ilusión. Oscuridad. La
película comenzó. No habían puesto ningún anuncio así que salió la película
directamente. En primer lugar se podía ver el reino de Geraldine y James, era
precioso, los árboles bailaban en sintonía con el viento. Las casas, algunas
más ricas que otras, eran una bella mezcla de antigüedad y modernismo, entre
lujoso y pobre; el riachuelo que se hallaba en pleno bosque, era un agua que
hasta la persona más impura que se hubiera bañado o tan solo haberse rociado
con un poco de esa agua, habría alcanzado la pureza.
Geraldine era una hermosa joven, era también una de las
muchachas más educadas y admiradas por todos. Sus cabellos parecía que habían
sido cubiertos por el ala de un cuervo, sus carnosos labios escondían una
ardiente pasión y lo que más destacaba de ella eran sus ojos, unos preciosos
ojos de color avellana. James, un muchacho de diecisiete años de edad, en esos
tiempos ya se le había de considerar un hombre que debiese desposar a una mujer
cuanto antes. Un hombre fuerte, con unos penetrantes y cálidos ojos grises y
cabellos tan dorados como el sol…
La película siguió avanzando. Cada vez se iba poniendo aún
más interesante, el profundo amor de Geraldine y James se hacía cada vez más
fuerte y mientras más obstáculos que les imponían sus familias, mayor amor y
mayor dolor sentían. Y casi terminando la película, los jóvenes se encontraban
en el jardín de ella. Los preciosos ojos de ella se inundaban en lágrimas,
mientras que los de él se esforzaban por no hacer lo mismo
.
-Geraldine, amada mía… Deberíamos separarnos, deberíamos acabar
con todo, así no tendrás que ahogarte en tus lágrimas –decía James
acariciándole el pelo. Ella levantó la mirada, lo que hizo que se mezclasen sus
ojos que ya casi no lloraban con los de él.
-Mírame a los ojos. Míralos y dime que no me amas, dime que
deberíamos separarnos, dime que no tenemos posibilidad alguna de permanecer
unidos para siempre...
-No te amo. Deberías seguir tu camino y yo el mío. Nunca
podremos llegar a ser felices unidos… -él se lamentaba muchísimo por aquellas
palabras.
- Ahora… déjame mirar los tuyos. Veo que me mientes, veo que
tus labios mienten, no olvides que puedo introducirme en tus ojos y ver tu
corazón…
-Lo sé perfectamente pero ¿qué podemos hacer? –y sin más,
empezó a sollozar.
- Huyamos. Vámonos hacia donde podemos ser felices… -y con
determinación, agarró fuertemente la mano de él y se fueron lejos.
Desaparecieron del mundo, desaparecieron del camino del dolor para sumergirse
por completo en el del amor…
La sala comenzó a iluminarse, todos permanecían en silencio
y después de aquel shock momentáneo, el silencio murió y nacieron los aplausos
y lágrimas. Álex tardó bastante en reaccionar hasta que vio a Claudia llorando
en su hombro, en una palabra, preciosa… Así era ella y así había sido aquella
película.
Nada más terminar de cenar, fueron a darse un paseo. Todavía
estaban impactados por “Mírame a los ojos”. Él le dijo a ella…
-Claudia…
-¿Sí?
-Mírame a los ojos y
verás que están llenos de sueños, ya que tú eres el mayor de esos sueños.
Ella se quedó en silencio y se lanzó encima del muchacho.
Las campanas dieron las once, el sonido hacía de ambiente a aquellos dos
cuerpos que se besaban y amaban más y más…