miércoles, 28 de diciembre de 2011

Y ahora me pregunto... ¿Que fue de aquel tren que tanto yo esperaba? El tren que quería ir a buscar. El tren que me llevaría a donde pudiese reír todos los días de mi vida sin parar. El tren que intenté por todos los medios saltarlo y subirme a uno de sus vagones. Quise buscarlo, quise hacer lo que pudiese por mí misma; lo único que conseguí fue destruirme a mí misma por buscarlo desesperadamente.

Ya se lo que pasó con esa estación que perdí; fue destruida. Fue destruida por las palabras, por los pensamientos; cosas que creí que eran mis amigos íntimos, cosas que pensé que ayudaban a aliviar mi alma. Clavándome puñales inyectados de un letal veneno. Clavándome espinas heladas e incandescentes sin parar, ardiendo y helando mi ser al mismo tiempo. Lento, rápido, lento... Así es el ritmo con el que me mato a mí misma. Y ahora como una estúpida me ahogo en llanto, me ahogo en todo lo que me hace daño, me ahogo en mí sin poder evitarlo...

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