Avanzo lentamente sobre la abrumadora oscuridad, de pronto veo que me acerco a algo… no tengo ni idea de lo que es así que comienzo a correr hacia ello, es… un espejo. Me veo reflejada en él, me miro una y otra vez pero es extraño no me recordaba así… con el rostro más feliz que he visto nunca, del espejo sale mi supuesta mano derecha y coge mi izquierda… me conduce dentro de aquel espejo, lo primero que vi fue una luz que seguidamente me llevó a mi infancia, vi a esa pequeña niña que no tenía miedo de mostrarse como era, una niña llena de miedos pero decidida a la hora de la verdad. Después, otra luz me cegó y me mostró algo que hasta hoy lo sigo viviendo y teniéndolo presente, unas pequeñas lágrimas se juntan formando varias compactas y deslizándose lentamente sobre mi cara, sentía muchas cosas a la vez pero los sentimientos que más me abundaban eran la tristeza y la ira, tenía ganas de liberar toda la tensión que se estaba acumulando dentro de mí, tenía ganas de gritar y de dar golpes. Seguidamente más imágenes de mi vida, el primer corte... lo hice… por rabia ¿quizás?, por odio al mundo que me rodeaba, luego la primera arcada por odiarme a mí misma y a mí reflejo mirándome con asco y odio. No pude más y lloré desconsoladamente, mi yo feliz me seguía mostrando cosas que me hacían demasiado daño, acabé en el suelo casi muerta, sólo podía ver lo oscuro que era todo. Cerrando lentamente los ojos pude escuchar el paso de alguien que se acercaba creía que era mi yo del espejo para seguir mostrándome cosas, me levanté rabiosa para decirle que ya era suficiente, que me dejara en paz, que ya había tenido suficiente y ella respondió: “Por eso te muestro esto porque ya has tenido suficiente, es hora de que empieces a sonreír”. Se marchó al igual que yo desperté de la pesadilla en la que me había quedado atrapada.
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