"Sociedad", una palabra que juega con la mente de las personas; la mía entre ellas. Ha jugado demasiado hasta tal punto que puede resultar bastante cruel. Ha hecho de mí una persona que jamás creía que iba a ser. Una persona que al ver su reflejo no puede evitar llorar por lo que observa; resulta hasta aterrador de contar lo que hay reflejado. Un reflejo tan espantoso que me invita a hacer bailar mi campanilla y a evitar a toda costa comer. Puede que suene absurdo y un tanto extraño, pero, sí, soy feliz de esa manera. Soy feliz al ver que mi dolor se esfuma por un buen rato con tan solo ver, mi saliva mezclada con dolor, salir de mi boca. Soy feliz de esa manera porque me siento algo "bella". Ya no puedo ganar, ya no puedo ver y creer que puedo ser lo que todo el mundo me dice: "Bonita". Y aún más, verdaderamente, no soy la princesa que algunos creen. He agachado tanto la cabeza en aquél retrete que, mi corona, tristemente se cayó.
Me miro en fotos, me comparo con otras, comparo cada una de mis imperfecciones y veo que ya son demasiadas. Asco es lo que siento al verme, no hay un día en el que me diga a mí misma lo guapa o hermosa que estoy. Hago oídos sordos a las personas que me dicen palabras bellas e intentan ayudarme. Pero, no puedo hacer evitar no querer que me ayuden. Me dejo llevar por lo que me dice la que está dentro de mí. Palabras crueles que hacen de mí, una marioneta que no es capaz de controlar sus actos. Ella me obliga a decirme en voz alta lo horrible que soy, a estallar en lágrimas, a no poder abrir los ojos, a no poder ser fuerte. Pero, sé que el día que me canse y que decida parar será demasiado tarde; porque, de una manera u otra, pagaré el precio de querer ser princesa...
Me miro en fotos, me comparo con otras, comparo cada una de mis imperfecciones y veo que ya son demasiadas. Asco es lo que siento al verme, no hay un día en el que me diga a mí misma lo guapa o hermosa que estoy. Hago oídos sordos a las personas que me dicen palabras bellas e intentan ayudarme. Pero, no puedo hacer evitar no querer que me ayuden. Me dejo llevar por lo que me dice la que está dentro de mí. Palabras crueles que hacen de mí, una marioneta que no es capaz de controlar sus actos. Ella me obliga a decirme en voz alta lo horrible que soy, a estallar en lágrimas, a no poder abrir los ojos, a no poder ser fuerte. Pero, sé que el día que me canse y que decida parar será demasiado tarde; porque, de una manera u otra, pagaré el precio de querer ser princesa...
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