miércoles, 22 de febrero de 2012

El chico del paraguas

Me falta el aire. Estoy corriendo en esta tormentosa noche de invierno por las lluviosas y frías calles de esta ciudad. Debajo de este paraguas hay alguien que tiene el corazón en un puño; el motivo, él. No lo encuentro. He preguntado a sus amigos los lugares en los que podría estar pero, no lo he encuentro. Me angustia tanto esta impotencia de no saber donde está. Miro el reloj que sobresale en esa imponente torre. Son las once de la noche, tengo miles de llamadas perdidas y mensajes, pero, no me importa.

Dejo de correr y empiezo a andar hacia la luz fantasmagórica del reloj. La lluvia y el frío han calado cada uno de mis huesos pero, tampoco me importa. Dejo de pensar por una vez en esta tarde. Ya no hace falta pensar; lo encontré. Lo miro con ojos preocupados; él no ha notado mi presencia. Está debajo de la lluvia. Sin paraguas. Soportando aquella lluvia y algo aún más fuerte, ese dolor que siente en el pecho, que le oprime, que le hace daño. Sin embargo, no está llorando. Se mantiene firme mirando al horizonte. "Le admiro" pienso. "Le amo" susurro. Me acerco a él por detrás abrazándolo. Se sobresalta; no me esperaba. Nos quedamos un rato así, sin preguntarle nada; sé el motivo de su dolor. Le miro a los ojos, entro en ellos, entro en ese dolor que le consume. Le miro con ternura y con... ¿Pena? No, no es pena. Es comprensión. No hablamos, sólo nos dedicamos a mirarnos a los ojos o a abrazarnos. Le falta aliento e intento dárselo. Tiene frío y lo abrazo para que entre en calor. Tiene el cuerpo mojado por la lluvia y sin dudar le doy mi paraguas. No puedo más y se lo grito a la cara "¡Te amo, chico del paraguas!". Lo grito tan fuerte y con esa vocecilla que tanto le gusta que, sonríe un poco. Sonríe con esa sonrisa que puede entrar hasta en el corazón de la persona más ruda. Abrazados bajo esa lluvia. Debajo de nuestro paraguas. Amando al chico del paraguas. Sintiendo sus lágrimas convertidas en lluvia...

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